Fundación Abogados de Atocha | 6 diciembre 2024.

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Los abogados laboralistas del despacho de la calle Atocha, historia viva

Introducción

La Fundación Abogados de Atocha de Comisiones Obreras de Madrid trabaja desde hace años para que los abogados de Atocha continúen vivos en la memoria de la sociedad, especialmente en la de los jóvenes. Es un homenaje continuo a los abogados asesinados el 24 de enero de 1977 en Atocha 55: Luis Javier Benavides, Enrique Valdelvira, Javier Sauquillo, Serafín Holgado y Ángel Rodríguez y a sus compañeros malheridos, Alejandro Ruiz-Huerta, Luis Ramos, Dolores González y Miguel Sarabia (ver anexo 1).

Para interpretar los hechos acaecidos en el despacho laboralista de la calle de Atocha, 55, en Madrid, hay que remontarse tiempo atrás porque el asesinato de los abogados laboralistas no fue una iniciativa aislada de dos ultraderechistas que querían sembrar el terror. Lo sucedido en Atocha fue la última tragedia en la recta final de la lucha contra el franquismo, el preámbulo para recuperar la democracia en este país.

La lucha comenzó el 18 de julio de 1936, cuando el general Francisco Franco se levanta en armas contra el gobierno legítimamente constituido. A partir de aquel día, el pueblo español, individual y colectivamente, comienza a batallar por recuperar la libertad durante 40 años. Pero en esas cuatro décadas hay fechas muy significativas.

En el año 1956, el Partido Comunista de España (PCE), partido ilegal que encabeza desde el interior del país las movilizaciones de oposición al régimen, lanza lo que sus dirigentes denominan la Política de Reconciliación Nacional, un gran cambio estratégico y que, además de superar el enfrentamiento civil, pasa por cambiar las formas de combatir el franquismo. La idea es clara: ya no es suficiente la pelea en solitario, hay que  tender la mano para que colectivos profesionales, el movimiento obrero, el universitario y otros colectivos puedan organizarse para combatir la falta de libertad.

En noviembre de 1975 muere Franco y se incrementan ampliamente las movilizaciones. Una vez fallecido el dictador hay que evitar que se perpetúe el franquismo y hay que procurar alcanzar un espacio de libertad en el que convivan todas las fuerzas políticas de nuestro país.